de cuando me di por muerta.. .

Posted: lunes, 30 de julio de 2012 by Underfunded . - in
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Y porque no puedo seguir viviendo en este mundo, me despido en vida, me suicido con las carcajadas de un asesino en serie, me lanzo al primer tren de la mañana, ese que se llena de música y miradas, de ropas frías que se chocan entre sí con desconfianza.


Y porque no puedo seguir pasando las tardes de invierno, empapada de llantos ajenos, del sensacionalismo que rodea a la noticia, me pierdo en la cartera de un desconocido, buscando un libro de bolsillo con hojas en blanco, para escribirme como si aún me sintiera viva, para ser tóxica e indestructible, como las voces que asfixian como bombas lacrimógenas, como las manos que vuelan sin alas con las bocas abiertas, como un mal cuento escondido en la boina de Neruda, como un espejismo claustrofóbico en un oasis dibujado por alguien, en la mente de un niño que dormía sin saber lo que se venía.


Y porque no puedo seguir encerrada en los cajones como un gato que ya ha gastado las siete vidas, me permito este viaje, me permito el olvido como un refresco matutino, como desayunarme un trance indefinido en la clínica de la memoria, conectada a los besos que tantas veces me besaron, a los gritos de mi madre en aquellos tiempos en los que se pensaba que los niños eran sordos, o que pensaban como grandes. Conectada a las canciones ermitañas que anuncian esta crónica de una muerte anunciada, conectada a las sábanas que te tocan de vez en cuando, como te tocaría yo si estuviera enredada en ellas. Conectada a todo, en el estado vegetal de la realidad virtual que nace cuando cierro los ojos.


Y porque no puedo seguir viviendo en este mundo, subo al rascacielos más alto para sentirme un poco más cerca del silencio de las nubes, descorcho las gotas de un vino oxidado por mi ausencia, preparo el tabaco que me llevaré a la tumba para acolchar el sueño de los gusanos que vayan de visita, y me siento a esperar la última estación, en el andén de las cosas que jamás sucedieron, de lo que perdí antes de nacer, de lo que gané jugándole una partida de poker al tiempo. El andén que tenía bajo tu ventana, colindando con la calle de mis ilusiones, escupiendo como gotas de lluvia la impotencia de la sangre que se cuela por las goteras del piso 78, esparciendo el aura incomprendida de la muerte por las paredes de las casualidades de otros. 


Se acaba ya el vino, se acaba el tabaco, se acaba el silencio transformado en tormenta, y me acabo yo, en una fría madrugada de invierno, sin luna llena.

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